martes, 17 de mayo de 2011

clases de culebras

La clase reptilia se caracteriza por poseer el cuerpo recubierto de escamas suaves, delgadas y pequeñas, las cuales están en contacto casi permanente con el sustrato. Este orden es el más numeroso entre los reptiles y está dividido en tres subórdenes: Lacertilia (lagartos), Amphisbaenia (morronas o bachaqueras) y Serpentia u Ophidia (Serpientes o culebras). Este último es, sin duda, el grupo más atractivo y excitante debido, en gran medida, a los variadísimos componentes mítico-religiosos de que ha sido revestido por todas las culturas humanas, desde la más remota antigüedad hasta nuestros días. Además de ser cazadoras sumamente ágiles, un grupo de ellas posee, quizás, el más efectivo sistema de inoculación de veneno del reino animal.

El envenenamiento ofídico es considerado un problema de Salud Pública en la mayoría de los países tropicales, ya que existe un elevado número de casos mortales en estas áreas, debido a el elevado nivel tóxico de los venenos de esta categoría de serpientes. Venezuela es considerado uno de los países afectados, ya que en ella se encuentran especies altamente venenosas como la tigra mariposa (Bothrops venezuelensis), la mapanare (Bothrops colombiensis) y la cascabel (Crotalus durissus cumanensis). Sin embargo, existe un suero antiofídico de alta calidad, producido por el Centro de Biotecnología de la Facultad de Farmacia de la Universidad Central de Venezuela (UCV), el cual ha logrado disminuir la mortalidad causada por estos ofidios en particular.

Las serpientes se caracterizan por su cuerpo cubierto de escamas, por la ausencia de extremidades y de oído externo, por poseer una membrana transparente, en vez de párpado, y un olfato muy efectivo que consiste en capturar las partículas de olor en el aire con la lengua bífida (mayor superficie) e introducirla en la boca para llevar las partículas a un órgano ubicado en el paladar llamado órgano de Jacobson, cuya función es enviar el mensaje olfativo al cerebro. Algunas también tienen un órgano situado en el paladar llamado órgano de Jacobson, cuya función es permitir la percepción de olores. Algunas también tienen un órgano termorreceptor , especialmente las serpientes venenosas de la familia Viperidae, las cuales tienen una foseta termorreceptora loreal muy efectiva que les sirve para percibir los cambios o variaciones de la temperatura externa. Estos reptiles poseen distintos tipos de dentición (agtifa, opistomegadonte, opistoglifa, proteroglifa y solenoglifa), la cual constituye un carácter taxonómico de gran importancia.

En nuestro país existen ocho familias (Anomalepididae, Leptotyphlopidae, Typhlopidae, Aniliidae, Boidae, Colubridae, Viperidae = Crotalidae y Elapidae = Micruridae) con aproximadamente ciento cincuenta especies. Desde el punto de vista médico y lexicológico, las especies de mayor interés son las de la familia Viperidae = Crotalidae (cascabeles, mapanares, tigra mariposa, etc.) Elapidae = Micruridae (corales) y algunas especies de la familia Colubridae (culebras cazadoras) de dentadura opistoglifa (colmillo superoposterior conectado a una pequeña glándula de veneno).

En cuanto a los Vipéridos, grupo con dentadura solenoglifa (colmillo superodelantero móviles conectados a una glándula de veneno) y causantes de la mayoría de los accidentes -debido a su agresividad, a su frecuencia en las zonas urbanizadas, a la ignorancia de la población y a su alto grado de eficiencia en el momento del ataque-, son sin duda, el grupo más importante de identificar y evitar. También se encuentran los Elápidos, corales de dentaduras proteroglifa (colmillo superodelantero fijo, conectado a una glándula de veneno) que, a pesar de la alta toxicidad de su veneno, provocan muy escasos accidentes, debido a su temperamento poco agresivo y a su ineficiencia en el momento del ataque. Sin embargo, los accidentes son graves y no existe terapia de suero, ya que en el territorio nacional no se produce. Por otra parte, los accidentes con especies de la familia Colubridae de dentadura opistoglifa, son muy escasos y no son graves.

Sus sexos son diferenciados (machos y hembras). El macho presenta una estructura reproductiva constituida por dos órganos llamados hemipene (ubicados hacia la región caudal o cola), los cuales presentan diversas ornamentas, dependiendo de la especie. En algunos casos, uno de estos hemipenes sufre daños, por lo que está el otro para cumplir la función procreadora. Por su parte, las hembras tienen sus estructuras reproductivas ubicadas en la región peritoneal (la cavidad que recubre los órganos). El apareamiento de esta clase de reptil viene precedido por un cortejo –bastante elaborado, en algunas especies -, el cual puede constar de pequeños roces, toques con la lengua o, incluso, combates.

Los ofidios en general se reproducen una vez al año. La hembra tiene un período de celo (apto para reproducción) que puede abarcar entre dos y cinco meses . En el particular caso venezolano, dicha etapa suele presentarse entre los meses de septiembre a enero, dependiendo de la especie. Algunas serpientes son ovíparas (ponen huevos) y otras son vivíparas u ovovivíparas; es decir, paren a sus crías en una membrana o pseudoplacenta. El tiempo comprendido entre el momento de la cópula, la puesta del huevo y su eclosión, es de unos seis meses aproximadamente, en el caso de las especies ovíparas. Suele pasar un período que abarca desde dos meses y medio hasta tres meses y medio, para el caso de las especies ovíparas. Las vivíparas, también tienen lapsos reproductivos similares.

Sus hábitos alimenticios son muy específicos; incluso existe un grupo, el de las serpientes conocidas como caracoleras, que se especializan en alimentarse solamente de moluscos terrestres. También encontramos otros grupos con una gama alimenticia más amplia, tal es el caso de algunas mapanares que se alimentan de mamíferos: lagartos, ranas, aves, invertebrados, inclusive de otras serpientes (en ciertas ocasiones). Igualmente, existen especies de ofidios los cuales, se alimentarse otras serpientes casi exclusivamente. Este es, precisamente, el caso de la Clelia sp. (especie ofiófaga) conocida popularmente en Venezuela como tuquí o ratonera negra y del Drymarchon sp. llamada comúnmente serpiente raboamarillo y rabonegro.

Las serpientes son depredadores topes en la cadena alimenticia; se destacan por ser eficientes cazadores que emboscan y eliminan a sus presas valiéndose de diferentes formas o métodos. Las grandes boas, por ejemplo, matan a sus víctimas enrollándolas entre sus poderosos anillos, causándoles una asfixia mecánica; este mismo método lo utilizan un grupo de Colúbridos (serpientes cazadoras). Otro grupo de Colúbridos, con dentadura opistoglifa, eliminan a sus presas a través de su veneno. En cuanto a las especies con dentadura aglifa (sin colmillo inoculador de veneno) sujetan a sus cazas, tragándoselas vivas en ciertas ocasiones. Los ofidios de la familia Viperidae y Elapidae eliminan a sus víctimas con una mordida, inoculándoles su potente veneno.

Las serpientes son organismos muy bien adaptados, ocupando casi todos los nichos ecológicos existentes. Ellas pueden ser encontradas en los árboles (especies arbóreas), sobre la tierra (especies terrestres), bajo la tierra (especies hipogeas) y en el agua (especies acuáticas). Asimismo, las serpientes poseen hábitos diurnos o nocturnos, aunque la gran parte de las especies en Venezuela son de hábitos crepusculares.

En Venezuela, las mismas pueden ser ubicadas en las siguientes zonas biogeográficas: región del Lago de Maracaibo, región Andes, región Falcón-Lara, región costera, región llanos, región Guayana, región Amazonas y región insular.

Estas áreas, ya de por sí, son una referencia en cuanto a la distribución geográfica de algunas especies, debido a que las condiciones ecológicas de cada región son particulares y, en algunos casos, únicas. Otra característica importante para ubicar tipos de serpientes, tanto en diversidad como en cantidad, son los pisos o distribución altitudinal. Por ser organismos ectodermos, su presencia es menos frecuente en las tierras altas, donde las temperaturas suelen ser bajas. Mientras que en las tierras de menor altitud, por ser regiones cálidas, su frecuencia, diversidad y abundancia se incrementan. Las serpientes venenosas son más frecuentes en este tipo de territorio, especialmente por debajo de los 1000 metros de altura sobre el nivel del mar. En esas áreas se encuentran los géneros Crotalus, Porthidium, Bothrops, y con menor frecuencia algunas especies de los géneros Bothriopsis y Micrurus. En las tierras altas, es decir, por encima de los 1000 metros, se encuentran los géneros Bothriechis, Bothtiopsis, Bothrops y Micrurus y con menor frecuencia, algunas especies del género Crotalus.

Las serpientes, como todo ser vivo, tienen el derecho per se de coexistir en el planeta. Son organismos irremplazables en los ecosistemas, pues se trata de animales ubicados en el tope de la cadena trófica. Por esta razón, debemos intentar reconocer las especies venenosas, evitar los encuentros con ellas y, en todo caso, cederles el paso cuando estemos en el campo; al fin y al cabo ése es su hogar y son los seres humanos quienes lo invaden; de esta manera, ninguna de las partes saldrá afectada.

Por otro lado, es de vital importancia velar por la protección de los ecosistemas o nichos ecológicos habitados por esta clase de reptil (por la vía legal) y al mismo tiempo crear conciencia en las población sobre la importancia de conservar estos ambientes en los cuales habitan las serpientes. Sólo así se podrá asegurar la perpetuidad de la oftofauna y, por consiguiente, del resto de los organismos que ocupan este planeta
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Los accidentes por mordeduras de serpientes, producen pánico y un miedo atávico con mucha razón. Es por ello, que debemos distinguir entre el peligro potencial y real, que depende de varios factores (3).

Tomando como ejemplo la potencia del veneno, las corales venenosas serían las más peligrosas. Pero ocurre que la mayoría de ellas son poco agresivas, de boca muy pequeña, huidizas y es por ello que los accidentes provocados por esta familia son muy raros. Los pocos casos (Pifano et al, 1986) fueron mordidos al manipular la culebra, jugando con ella, por considerarla inofensiva.

Por la actividad del veneno, las cascabeles deberían estar en segundo lugar deberían. En Brasil y Venezuela, la mortalidad por la mordedura de estas serpientes es muy elevada, cerca del 72% (3), sin tratamiento y alrededor del 10% aún con dosificación de suero antiofídico polivalente. Afortunadamente, los accidentes no son tan frecuentes, por su agresividad menor que los Bothrops, Bothriechis, Bothriopsis y Porthidium y el ruido que hacen, con el crepitaculum corneo (cascabel), “formado por anillos de queratina que son huecos y se unen entre sí” (2) que alerta de su presencia.

En nuestro país, el mayor número de accidentes es causado por serpientes del género Bothrops, Bothriechis, Bothriopsis y Porthidium, mapanares y tigras mariposas, con un porcentaje alrededor del 80%. Estas serpientes tienen un veneno menos potente que los Micrurus y Crotalus. La mortalidad para los casos sin tratamiento no es tan elevada, llegando al 8% en hospitales de Brasil y 0.7% de los tratados (3). En Venezuela, a pesar del subregistro, las cifras parecen coincidir con esos números.

Las serpientes del género Lachesis, (cuaima concha de piña) son probablemente las serpientes venenosas más grandes del mundo. Su mordedura generalmente es desgarrante, tal como una mordedura canina; las cantidades de veneno que inocula son altas, pero afortunadamente de baja potencia. Su importancia médica es relativa, desde el punto de vista epidemiológico, ya que los accidentes son bastante raros y sólo ocurren en medio de la floresta tropical húmeda profunda. En cuanto a agresividad, el comportamiento es esquematizado así: Bothrops, Bothriechis, Bothriopsis, Porthidium, Crotalus, Lachesis y Micrurus.

De los cuatro géneros de serpientes venenosas descritos en Venezuela, Bothrops, Bothriechis, Bothriopsis, Porthidium, Crotalus y Lachesis, pertenecen a la familia Viperidae= Crotaliadae; y el género Micrurus pertenece a la familia Elapidae = Micruridae. Cada uno de estos géneros, posee características propias que facilitan su identificación. En este sentido, la familia Viperidae, con sus tres géneros, posee como característica común una foseta loreal termorreceptora. Es un orificio situado entre la narina y el ojo de la serpiente por lo que popularmente recibe el nombre de "cuatro narices". La diferencia morfológica de estas familias, en comparación con las serpientes no venenosas, se puede hacer de la siguiente manera:
Elapidae: no poseen foseta loreal. Son serpientes de difícil identificación, las cuales se caracterizan por presentar varios colores dispuestos en forma de anillos alternos donde predominan el rojo, el negro y/o amarillo. La mejor manera de identificar a las corales venenosas, es verificando la presencia de colmillos inoculadores de venenos a nivel de la segunda escama supralabial en el maxilar superior, los cuales son pequeños y no retráctiles.
Viperidae: SI poseen foseta loreal, son serpientes de colores opacos. Presentan un par de colmillos retráctiles, inoculadores de veneno, hacia la parte anterior del maxilar.
Género
Foseta Loreal
Cola
Bothrops (Mapanare), Bothriechis, Bothriopsis y Porthidium.
Presente

Lisa

Crotalus (Cascabel)
Presente

Apéndice córneo

Lachesis (Cuaimas)
Presente

Erizada

Tabla 1. Familia Viperidae: Clave simplificada de identificación

Caracteres
Venenosas
No venenosas

Familia Viperidae
Familia Elapidae

Cabeza
Triangular
Roma u ovalada
Variable
Pupila
Vertical

Redonda

Redonda o vertical

Foseta loreal
Presente

Ausente

Ausente

Escamas cefálicas
Pequeñas y aquilladas

Grandes y lisas

Lisas

Dentición
Solenoglifa: dos colmillos grandes anteriores, móviles

Proteroglifas: dos colmillos pequeños anteriores fijos
Aglifa: sin colmillos.Opistoglifas: dos colmillos maxilares posteriores

Cola
Lisa: Bothrops
Apéndice córneo: Crotalus
Erizada: Lachesis

Corta y puntiaguda

Variable

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